28 de octubre de 2015

¿Encontrados los cadáveres de tres militares españoles en el Atlántico? La necesaria sensatez informativa

Hace ya cinco años tuve ocasión de presentar una ponencia en el XVIII Curso Internacional de Jaca que se desarrolló bajo el título Medios de comunicación y operaciones militares. Mi propuesta, titulada Los medios de comunicación ante el secuestro de ciudadanos españoles en el extranjero: lecciones aprendidas de dos casos recientes

El objetivo de mi ponencia era analizar la cobertura realizada por algunos medios de  comunicación españoles del secuestro del atunero Alakrana por piratas  somalíes en el Océano Índico en octubre de 2009 y de tres cooperantes catalanes en Mauritania por Al-Qaeda en diciembre de 2009, con el fin de extraer unas lecciones aprendidas que ayudasen al diseño de una política de comunicación pública y de relación con los media durante la gestión de una crisis provocada por la acción de una amenaza asimétrica que pretende el chantaje del Gobierno con amenazas a la seguridad de ciudadanos españoles  en el extranjero.

Esta tarde me ha venido a la memoria el contenido que entonces escribí ante lo publicado por algunos medios de comunicación, en esta ocasión, en relación con el accidente de un helicóptero del Ejército del Aire que cayó al mar hace seis días a unos 40 kilómetros de la costa del Sáhara occidental.

El juez que lleva a cabo la investigación del siniestro levantaba poco antes de las 14 horas de hoy el secreto del sumario y comunicaba al Ministro de Defensa "que se ha encontrado en el fondo del mar la cabina" del helicóptero. A continuación, el Ministro informaba de la situación a las familias. También los medios recogían que esta misma tarde Defensa aportaría más información.

Sin embargo, en torno a las 17 horas varios medios informaban en sus ediciones digitales de que se habían encontrado los cadáveres de los tres militares en la cabina. Ejemplos los había variados, aunque aquí lo ejemplificaré con el publicado por el diario Levante.


Minutos después, el propio diario modificaba el titular y se limitaba a informar del hallazgo de la cabina hundida en el fondo del mar.

Otro medio de comunicación, en este caso, Público, aún mantenía en el momento de escribir estas líneas (pasadas las 21 horas, hora local peninsular) que los restos de los tres militares "se hallan en la cabina del aparato, según dos fuentes coincidentes consultadas por Público". Y el titular bajo el que se presentaba la noticia como portada de su edición digital ofrecía pocas dudas:



 
Poco parecía importar que el Ministerio de Defensa hubiera informado sobre las 19 horas que el juez no tenía constancia de ello. No es necesario reseñar la escasa empatía mostrada por algunos medios hacia unas familias a las que cabe imaginar desconsoladas y sufriendo una enorme tensión desde hace seis días.


Por lo que pueda ocurrir de ahora en adelante y, sea cual sea la suerte de nuestros compatriotas, no puedo evitar recordar las seis recomendaciones que planteé hace cinco años a propósito del secuestro de ciudadanos españoles en el extranjero: 

1.  La prudencia y la discreción son imprescindibles y obligan a todos: responsables públicos, periodistas y familiares. Como advirtiera el entonces Ministro  de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos,  a propósito del  secuestro de los tres cooperantes catalanes: “una de las conclusiones que se  extrajo del secuestro del Alakrana es que la prudencia y la discreción tienen que mantenerse, porque si no  estaríamos dando pistas a los secuestradores como se dieron pistas desgraciadamente a los piratas”. 
 
2. Un elemento fundamental de una buena política de comunicación es la relación con las familias de los secuestrados. Durante el cautiverio de  los cooperantes catalanes se mejoró notablemente este punto en  relación con lo ocurrido durante el secuestro del Alakrana. En el caso de los familiares de los militares afectados por el siniestro del helicóptero del Ejército del Aire también parece haberse aprendido la lección por parte de las autoridades. 
 
3. No es fácil compatibilizar la libertad de expresión con la responsabilidad  necesaria a la hora de tratar las operaciones en el exterior de nuestras  Fuerzas Armadas o de nuestro servicio de inteligencia. Pero en esta  misión el papel de los medios de comunicación se revela fundamental y debe ejercerse con rigor, independientemente de si el secuestro se  produce dentro o fuera de nuestras fronteras e, incluso, más allá del  resultado final del mismo. 
 
4. Las informaciones deben ser rigurosas y  contrastadas. Las noticias  falsas o que desvelen planes “sensibles” deben evitarse con el fin de  evitar dar “munición” informativa al adversario.  
 
5. Los criminales no son unos interlocutores más ni pueden ser tratados  como tales por los medios de comunicación.  
 
6. Debemos evitar que el adversario pueda descubrir, identificar y aprovecharse de nuestras vulnerabilidades. No resulta difícil realizar un seguimiento de las informaciones y de las reacciones de todo tipo que el rapto de compatriotas provoca en los ámbitos gubernamentales, judiciales, partidistas o en las propias familias los secuestrados.
 
Esperemos que los errores no se repitan. Que las prisas intrínsecas a Internet y a la competencia entre medios de comunicación no nos hagan perder la razón última de informar con rigor. No nos lo podemos permitir. Y los familiares de las personas desaparecidas o secuestradas menos que nadie.
 
Fernando Ibáñez.
 

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